El Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), es conocido principalmente por su protección de ecosistemas, suelos, bosques, fauna y paisajes. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha avanzado en el reconocimiento de rasgos y elementos culturales de gran significación para el país, dado que en muchos de nuestros parques y reservas nacionales encontramos evidencias materiales de procesos históricos conducidos por hombres y mujeres que han habitado nuestro territorio nacional. Como testimonios, aún permanecen los restos de infraestructura y maquinaria para la explotación forestal, minera, agrícola y ganadera, iniciada durante la Colonia y que se extendió hasta hace unos pocos decenios.
Igualmente, la paulatina incorporación de nuevos territorios al SNASPE, ha permitido salvaguardar importantes evidencias arqueológicas vinculadas a pueblos precolombinos, que desarrollaron modos de vida adaptados a la disímil y a veces inhóspita geografía nacional. Al interior de muchos de nuestros parques nacionales, reservas o monumentos naturales, permanecen las huellas de asentamientos, como conchales, pinturas rupestres, aldeas y una multiplicidad de estructuras. Un ejemplo superlativo de ello es el riquísimo patrimonio arqueológico albergado en el Parque Nacional Rapa Nui, en Isla de Pascua.
Para proteger estos recursos de gran valor patrimonial para el país y para la identidad de las comunidades locales, los elementos culturales materiales (ej. infraestructura, sitios arqueológicos) e inmateriales (ej. testimonios y tradiciones locales) presentes en las áreas silvestres protegidas son identificados como Objetos de Conservación Culturales. Así, se identifican las amenazas que los afectan (ej. vandalismo, deterioro del conocimiento tradicional, entre otros) y se proponen estrategias para reducir estas amenazas o para mejorar la integridad de los objetos de conservación. Entre las principales estrategias (hexágonos amarillos en la figura de abajo) que se abordan para la protección de los elementos culturales presentes en las áreas protegidas se encuentran la puesta en valor de dichos elementos, la educación ambiental y la fiscalización y control de actos vandálicos, entre otros. Con la implementación de estas estrategias se busca generar resultados (rectángulos celestes) que reduzcan las amenazas (rectángulo morado), permitiendo así mantener o mejorar la integridad de los objetos de conservación culturales (círculos verde claro). Finalmente, la conservación de estos objetos permiten fomentar el bienestar humano asociado a ellos (círculos café).
En la figura se muestra un ejemplo de una estrategia abordada en un área silvestre protegida con presencia de objetos de conservación cultural material e inmaterial.